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CONTRASTE ECONÓMICO: LATINOAMÉRICA VS LA GUERRA EN UCRANIA

Por: Omar Sempertegui Zabala

En esta entrega se contextualiza la economía latinoamericana con sus altos y bajos a partir de la pandemia. Se realiza una comparación de índole cualitativo para ilustrar los montos que han sido designados por la comunidad internacional a Ucrania, resaltando la contribución que ha realizado Estados Unidos a esta causa. La información compartida resalta el contraste asimétrico que existe entre los planes de reactivación económica de 4 países latinoamericanos desde 2021, hasta el presente, y la ayuda recibida por Ucrania desde 2022. Se complementa con un breve repaso del producto interno bruto de los países incluidos en esta investigación.

La pandemia provocó una recesión que afectó gravemente la economía mundial, América Latina no fue la excepción. Según el Banco Mundial, en 2020 el PIB de la región se contrajo un 6,8%, mientras que la CEPAL señala que el decrecimiento alcanzó el 7,4% en 2021. En lo nacional, la contracción fue del 6,8% en Colombia, 7,8% en Ecuador, 17,9% en Panamá y un alarmante 30% en Venezuela. A cuatro años de aquel colapso, los efectos siguen latentes: en 2024, Colombia registra una inflación interanual del 5,2%, Ecuador del 1,51%, Panamá experimenta una leve deflación de -0,3% y Venezuela enfrenta una inflación del 67%.

El 2021 se perfiló como el año de la reactivación económica. La región experimentó un crecimiento del 6,3%, con Panamá liderando la recuperación con un 15,3%, Colombia con un 10,6%, Ecuador con 4,2%, y Venezuela con un tímido 1,9%. No obstante, en 2022 la guerra en Ucrania disparó la inflación mundial al 9,3% y elevó los precios del petróleo en un 30%. América Latina no fue la excepción: el crecimiento promedio cayó a 1,8%, con Sudamérica expandiéndose apenas un 1,5%, Centroamérica y México un 2,3%, y el Caribe un 4,7% (excluyendo Guyana).

El costo global del conflicto entre Rusia y Ucrania se estima en $2,2 billones, según Bloomberg. En este contexto, la deuda externa de Ucrania alcanzó los $171.686 millones en 2024, con un PIB de $178.760 millones. Desde el inicio de la guerra, ha recibido $175.000 millones en ayuda internacional, de los cuales $68.000 millones provienen de Estados Unidos. Para dimensionarlo, esto equivale al 0,26% del PIB estadounidense ($26,01 billones en 2022), para Ucrania es el 98% del PIB 2024 y 131% del PIB 2022.

Ahora bien, ¿qué pasaría si Estados Unidos replicara este esquema de financiamiento en América Latina, como parte de una estrategia de influencia geopolítica frente a China? Situémonos en 2024, si destinase $68.000 millones a cuatros países de la región, comenzando por Colombia, la cifra equivaldría al 34% de su deuda externa ($197.361 millones) y al 16% de su PIB ($417.210 millones). En el caso de Ecuador, representaría el 82% de su deuda pública ($82.940 millones) y el 56% de su PIB ($121.430 millones). En cuanto a Panamá, superaría con un excedente de $15.626 millones su deuda externa ($52.374 millones) marcando el 130% y equivaldría al 78% de su PIB ($87.350 millones). Finalmente, para Venezuela, ese rubro cubriría el 45% de su deuda externa ($150.000 millones) y representaría el 64% de su PIB ($106.000 millones).

Incluso, si extrapolamos el ejercicio a un escenario en el que la comunidad internacional asignase un paquete financiero de $175.000 millones a cada país que integró la Gran Colombia, el impacto sería monumental, cubriría, el 42% del PIB de Colombia, el 142% del PIB de Ecuador, el 201% del PIB de Panamá, y el 166% del PIB de Venezuela. Pero, retornando a la hipótesis inicial, si Estados Unidos destinase $68.000 millones a cada uno, como parte de una estrategia para recuperar su rol de hegemón benefactor en la región, la inversión total alcanzaría los $272.000 millones. Para la mayor economía del mundo, esto representaría apenas el 0,93% de su PIB de 2024 ($29,18 billones).

Sin embargo, los presupuestos de reactivación de estos países son considerablemente menores: Colombia ha destinado $12.900 millones a infraestructura y digitalización de servicios públicos, Ecuador $5.000 millones a energías renovables y modernización agrícola, Panamá $6.500 millones entre 2024 y 2025, y Venezuela, sin un plan oficial, requeriría al menos $30.000 millones según la CEPAL. En conjunto, estos esfuerzos suman apenas $54.400 millones, un 80% de los $68.000 millones que Estados Unidos ha destinado como parte de la contribución a Ucrania, y representa un 23% de la designación que realizó la comunidad internacional para la causa ucraniana.

América Latina podría dejar de ser un actor secundario en la estrategia geopolítica de Estados Unidos, tomando en cuenta que la alianza de Occidente se ha resquebrajado. Quizás ha llegado el tiempo en que Washington tendrá que reevaluar su rol en la región. A modo de retórica ¿Y si el eslogan Make America Great Again trascendiera las fronteras y se convirtiera en una visión de desarrollo panamericano? De esta forma la superpotencia podría iniciar una agenda de compromiso real con la cooperación internacional, con la intención de fortalecer a la región y redefinir su papel de hegemón en la dinámica global. Considerando que la estabilidad económica de América Latina no solo es una necesidad regional, sino también un activo estratégico para Estados Unidos. Teniendo en cuenta que la aspiración de Estados Unidos es ganar la competencia económica y comercial en contra de China en esta guerra fría del siglo XXI. La opción de Estados Unidos es observar hacia el mal llamado patio trasero de América, para que el águila del norte pueda garantizar su victoria, ganándole terreno al dragón asiático en Latinoamérica.

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