La noche del jueves 4 de abril quedará grabada en la memoria colombiana como una jornada teñida por el terror, marcada por una serie de ataques violentos dirigidos contra la Fuerza Pública en distintas regiones del país. Los hechos, perpetrados por grupos insurgentes, han dejado en evidencia la fragilidad de la seguridad en Colombia y la persistente amenaza que representan estos grupos armados para la paz y estabilidad del país.
El primer incidente ocurrió en Cali, la tercera ciudad más grande de Colombia, donde un atentado con carro bomba sacudió la tranquilidad de la noche cerca de las 11:15 p.m. El blanco fue el Cantón Militar de la Tercera Brigada, donde la explosión causó daños materiales significativos. Las autoridades han señalado a las disidencias de las FARC como responsables de este acto terrorista, en un intento claro de no solo afectar a las instalaciones militares, sino también de sembrar el miedo entre la población civil.
Pocos minutos después, en Tumaco, Nariño, otro ataque agitó la calma nocturna. Un artefacto explosivo, identificado como una granada, fue lanzado contra el Gaula Militar, una unidad especializada en operaciones contra el secuestro y la extorsión. Aunque el incidente dejó a un infante de marina herido, las autoridades informaron que se encuentra estable y fuera de peligro.
El mayor general Erik Rodríguez Aparicio, comandante del Comando Conjunto Número Dos del Ejército Nacional, brindó detalles sobre estos ataques, destacando la audacia de los grupos armados y su intento de socavar la seguridad en Colombia. Según sus declaraciones, los artefactos explosivos no detonaron como se había planeado inicialmente, lo que sugiere una respuesta efectiva de las fuerzas de seguridad para neutralizar la amenaza inminente.
Estos eventos se suman a una serie de ataques previos, incluyendo el asalto al Batallón Pichincha en Cali, perpetrado con un cilindro bomba, y otros actos de hostilidad en distintas regiones del país. La gobernadora del Valle del Cauca, Dilian Francisca Toro, ha destacado la importancia del apoyo del Gobierno Nacional y el incremento de fuerzas militares en la región para hacer frente a estas “estructuras terroristas”.
La escalada de violencia protagonizada por las disidencias de las FARC, lideradas por alias Iván Mordisco, ha generado una situación de alta tensión en diversas comunidades colombianas. Los recientes ataques en Cali, Tumaco, Cajibío y Jamundí reflejan la urgente necesidad de encontrar una solución duradera al conflicto armado que ha afectado al país durante décadas.
Las autoridades colombianas han reiterado su compromiso de perseguir y neutralizar a los responsables de estos actos de violencia, así como de proteger a la población civil de cualquier amenaza. Sin embargo, estos hechos lamentables ponen de manifiesto los desafíos persistentes que enfrenta Colombia en su búsqueda de paz y seguridad para todos sus ciudadanos.
